La declaración de la cumbre, a instancias de EEUU, eleva el tono contra Pekín por facilitar componentes militares y «tratar de dividir la Alianza»
China es un «desafío sistémico» a la seguridad euroatlántica y el «facilitador decisivo», el socio clave, para que Rusia pueda seguir con sus esfuerzos bélicos en Ucrania. Ese es el mensaje con el que la OTAN quiere que sea recordada la Cumbre de su 75º aniversario que tiene lugar esta semana en Washington, en los mismos lugares en los que empezó en todo después de la Segunda Guerra Mundial.
Ucrania, la seguridad colectica y la permanente estrategia de disuasión hacia Moscú son los temas principales del acto y las prioridades de la Alianza ahora mismo. Pero los problemas para el «orden internacional basado en reglas» que defienden las democracias liberales y las instituciones internacionales, y las amenazas para la seguridad global, van mucho más allá. Y tienen, en China, a su principal protagonista a largo plazo. «Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China continúan desafiando nuestros intereses, seguridad y valores. La asociación estratégica cada vez más profunda entre Rusia y la República Popular China y sus intentos de socavar y remodelar el orden internacional basado en reglas, que se refuerzan mutuamente, son motivo de profunda preocupación. Nos enfrentamos a amenazas híbridas, cibernéticas, espaciales y de otro tipo, así como a actividades maliciosas de actores estatales y no estatales», dice hoy la Alianza en su documento más contundente hasta la fecha
A principio del siglo XX, el geógrafo británico Harold Mackinder, uno de los padres de la geopolítica, desarrolló la teoría del ‘heartland’, que en su momento no tuvo mucho recorrido pero décadas después articuló la cosmovisión exterior de países e imperios. Para él, y muchos de sus sucesores, el eje de poder del planeta estaba en torno a un territorio «pivote’. Quien controlara lo que ahora es Europa del Este, podría dominar el mundo, y Alemania y Rusia se lo tomaron muy en serio. Hoy, sin embargo, el consenso se ha desplazado aún más el Este. Y aunque la guerra de Ucrania es la que centra la atención internacional, y sobre todo militar, en las grandes superpotencias creen que es sólo cuestión de tiempo de que el pivote se instale definitivamente en el Pacífico.
Lo cree sobre todo Estados Unidos, que hace tiempo que empezó a desviar recursos, expertos, dinero y tropas. Rusia es el enemigo hoy, como lo fue ayer, pero el desafío de verdad es China. Moscú tiene a un autócrata peligroso al frente, tiene armas nucleares y ningún escrúpulo, como se ha visto en Georgia, Siria, Afganistán o Ucrania. Pero no es lo que era y su incapacidad para derrotar a Kiev sólo reafirma las convicciones de los asesores de la Casa Blanca.
China es una única otra superpotencia, un gigante de más de 1.000 millones de personas, con una economía inmensa y creciente. Es un problema creciente, un socio comercial pero también un rival poderoso. Un adversario con una política exterior asertiva y cada vez más ambiciosa e intimidante bajo Xi Jinping. Y un peligroso aliado de los regímenes dictatoriales, desde Rusia a Corea del Norte, pasando por Irán.
UN CAMBIO DE TONO TOTAL EN APENAS CINCO AÑOS
Por eso la Cumbre del 75 aniversario de la OTAN, más plácida que algunas de las anteriores, sin broncas o sobresaltos en su primera jornada, tiene en todo momento un ojo puesto en Rusia y el otro en Pekín. Ocurre sistemáticamente desde 2019, cuando la Alianza puso a China por primera vez en la mirilla y en el comunicado final: «reconocemos que su creciente influencia y sus políticas internacionales presentan oportunidades y desafíos que debemos abordar juntos como una Alianza», decía tibiamente.
En poco tiempo, esa cautela ha sido superada. Estados Unidos, que ve sus intereses geoestratégicos virar hacia el Pacífico, apremia, presiona, aprieta para que sus socios europeos suban el tono. No todos están en la misma línea ni quieren convertir a China en enemigo o rival sistémico. Un problema, sí. Un adversario en determinados aspectos, también, pero igualmente, un actor principal al que no quieren flanquear ni enfadar.
En la declaración final se denuncia que China se ha convertido en un «facilitador decisivo» del esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania, y que su política exterior asertiva sigue suponiendo un desafío sistémico a la seguridad colectiva. En la declaración de Madrid ya se decía que «Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores», criticando que «emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar su poder, mientras permanece opaca sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar».
Ahora, como entonces, se incide en su expansión en todas las áreas, incluyendo en el espacio, pero se centra en el apoyo a Putin. «China se ha convertido en un facilitador decisivo de la guerra de Rusia contra Ucrania a través de su llamada asociación «sin límites» y su apoyo a gran escala a la base de defensa industrial de Rusia. Esto aumenta la amenaza que Rusia representa para sus vecinos y para la seguridad euroatlántica. Hacemos un llamamiento a la República Popular China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con una responsabilidad particular de defender los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, a que cese todo apoyo material y político al esfuerzo bélico ruso. Esto incluye la transferencia de materiales de doble uso, como componentes de armas, equipos y materias primas que sirven como insumos para el sector de defensa de Rusia. No puede permitir la guerra más grande en Europa en la historia reciente sin que esto afecte negativamente a sus intereses y su reputación», dice un párrafo entero de la Declaración de Washington.
El propio secretario general en su participación en el foro público subrayó, al decir que no se puede permitir la victoria rusa en Ucrania, que eso «no sólo envalentonaría al presidente Putin, sino que también a otros líderes autoritarios en Irán, Corea del Norte y China. Todos apoyan la brutal guerra de Rusia y todos quieren que la OTAN fracase. De modo que el resultado de esta guerra determinará la seguridad global en las próximas décadas. Ahora es el momento de defender la libertad y la democracia, y el lugar es Ucrania».
‘ATORNILLAR’ LA OTAN A LA CONTENCIÓN DE PEKÍN
La invasión rusa fortaleció la posición del Gobierno de Joe Biden, que desde el momento en el que llegó a la Casa Blanca buscó el apoyo europeo contra China, algo que Donald Trump apenas había intentado. Así, la Armada italiana pasó a patrullar el Mediterráneo Oriental para dejar a los barcos de EEUU más libertad para ser trasladados al Indo-Pacífico, y Reino Unido, Francia y Alemania enviaron unidades navales al Mar del Sur de China. Ucrania y Gaza han obligado a EEUU a reposicionarse en Europa y Oriente Próximo y a los europeos a concentrar sus esfuerzos en su propio continente. Pero eso no impide que Washington siga viendo a China como su verdadero rival estratégico. La OTAN se reúne hoy jueves con sus socios del Indo-Pacífico -Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda- e un intento de escenificar esa creciente cooperación. El martes, el consejero de Seguridad Nacional de EEUU anunció tres acuerdos de cooperación de la Alianza con Asia en tecnologías avanzadas, incluyendo Inteligencia Artificial (IA), en los que los países europeos deberán jugar un papel central.
Pablo R. Suanzes / Pablo Pardo
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2024/07/10/668ed69ce9cf4a9d078b4572.html