¿Cuál libertad de expresión?

¿Cuál libertad de expresión?

7 de junio: el día en que la prensa se arrodilló ante el Presidente  

Por Carlos Domínguez Alegría  

José García y Miguel Alemán

Lunes 7 de junio 2021.- Instaurado en 1951 por el coronel José García Valseca, dueño de la cadena de periódicos El Sol y del periódico deportivo Esto, el 7 de junio se sigue festejando cada año en México, como el Día de la Libertad de Expresión, aun cuando esta fecha no fue establecida para festejar a los periodistas, sino para agradar el Presidente de la república, Miguel Alemán Valdés, además que en 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas, a iniciativa de los países miembros de la Unesco, proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.  

Esto, con la idea de “fomentar la libertad de prensa en el mundo, al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente, es un componente esencial de toda sociedad democrática”, menciona en su propuesta la organización.  

Sin embargo, la verdadera libertad de expresión, está muy lejos de practicarse en México, país considerado a nivel mundial, como uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo, debido a los constantes ataques y asesinatos de periodistas.   

En los últimos años, la violencia se ha volcado en contra de los periodistas, quienes cada vez más, ven reducido su espacio de trabajo, no solo por la delincuencia común, sino por la delincuencia organizada, las autoridades de todos los niveles, la policía y los dueños de los periódicos donde laboran, además de la autocensura que ellos mismos se imponen por diferentes causas.  

LA NEGRA HISTORIA DEL 7 DE JUNIO   

El 7 de junio de 1951, los directores de los principales diarios de la Ciudad de México, encabezados por el poblano José García Valseca, invitaron al Presidente de la república, Miguel Alemán Valdés, a una comida, para agradecerle “por permitirles ejercer el periodismo de manera libre”, afirmaría en su mensaje García Valseca.  

El director del semanario Tiempo, Martín Luis Guzmán, fue el encargado de redactar la invitación enviada a 128 directores de periódicos de la capital mexicana y de los estados de la república, que asistieron a la comida de la ignominia, para someterse a las órdenes del presidente de la república.  

“La prensa mexicana, integrada por todos los diarios, semanarios y revistas serios y de carácter informativo, se haya en deuda con el presidente de la república, licenciado Miguel Alemán Valdés”. “Durante los cuatro años y medio, ya transcurridos dentro de su periodo, ha sido el constante y escrupuloso mantenedor de la libertad de prensa, así como la de pensamiento y palabra”, señalaba la invitación.  

Ya en el evento, José García Valseca se refirió a Miguel Alemán Valdés, con evidente servilismo, zalamería y falta de dignidad, agradeciendo por su apoyo a la prensa, en vez de exigir, como debería haber sido. “Gracias señor presidente, por la forma tan rápida con que resolvió la escases de papel”, dijo durante su intervención García Valseca, con marcado temor y servilismo, como si el presidente les hubiese hecho un favor. 

En la comida ofrecida en el restaurante Grillón, en la Ciudad de México, a la que solo asistieron directores de periódicos, se sirvieron platillos de lujo para tratar de agradar al presidente, mientras que, a sus reporteros y demás personal de los medios, nunca les invitaban ni siquiera unos tacos.  

Dentro del menú, se sirvió hígado de ganso con jalea de champaña, huevos rellenos de caviar ruso y como platos fuertes, langosta a la americana, arroz a la criolla, timbal de jamón de York a la florentina y pato en salsa de curazao; de postre, sirvieron crepas de cajeta de almendras. Bebidas, hubo vino Chablis 1945 y champaña Charles Heidseck. El evento fue amenizado por una orquesta local y la actuación de los cantantes del momento, Pedro Vargas y Toña “La Negra”.  

Al año siguiente, en la comida de 1952 con Miguel Alemán Valdés, José García Valseca designó el 7 de junio como el Día de la Libertad de Prensa, indicando con lambisconería; “proponemos hoy a la nación mexicana, que este 7 de junio, sea, año con año, de consagración de los periodistas, al ideal de la libertad de prensa, que usted, señor presidente, ha enaltecido con respeto, como parte fundamental de nuestra nacionalidad”.  

La invitación al Presidente Miguel Alemán Valdés, organizada por José García Valseca, no fue más que un acto de humillante servilismo, indigno, falto de toda ética y desprovisto de profesionalismo, con el único interés de quedar bien, -incluidos los directores de periódicos que asistieron-, con el mandatario, a quien festejaban cada 7 de junio y no a los periodistas.  

AGRADAR AL PRESIDENTE  

Hay que remarcar que el Día de la Libertad de Expresión, no fue designado para festejar a los periodistas, a quienes ni siquiera invitaban a la comida que era solo para directores de periódicos y el presidente Miguel Alemán, como muestra de agradecimiento por permitir ejercer el noble oficio del periodismo, como si este derecho consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fuera un favor del presidente en turno.   

En la época de Miguel Alemán Valdés, la mordaza a los periodistas era el pan de cada día en México, lo que continúa hasta la época actual, donde el gobierno de los tres niveles ataca constantemente a los periodistas críticos, mientras que los dueños de periódicos ejercen férrea mordaza a sus reporteros y columnistas, en un afán de proteger a quienes les garantizan magros ingresos económicos y poder político.  

Esto sucede cada vez con mayor frecuencia, debido a que los políticos se han convertido en dueños de periódicos, para usarlos como trampolín político y conseguir puestos en el gobierno, cargos públicos y componendas con gobernantes corruptos.   

Mientras tanto, los periodistas son desplazados de la propiedad de los medios de comunicación, quedando expuestos y en estado de indefensión, siendo sujetos de mordazas desde sus propios medios, para proteger a quienes aportan recursos económicos a los periódicos, principalmente políticos y gobernantes.  

LA AUTO CENSURA  

Más grave aún, es la autocensura que los propios periodistas se imponen, siendo ellos mismos su peor enemigo, por temor a represalias, por miedo a ser despedidos de su trabajo o en el peor de los casos, por compromisos con políticos o funcionarios corruptos de quienes reciben el clásico “chayote” o cualquier otra especie; incluso se dicen amigos del funcionario, sin saber que en política no hay amigos; solo intereses.   

Pero no los critican por el compromiso económico adquirido y se convierten en cómplice de corrupción por omisión al no publicar o tergiversar la información y encima, los defienden a capa y espada de forma descarada, humillante, indigna, sin un ápice de principios morales y falta de toda ética y objetividad.   

En esta disyuntiva, los “periodistas” oficialistas o boletineros, ven como enemigos a sus compañeros que practican un periodismo veraz, objetivo, crítico, de investigación, mientras que ellos prefieren un “periodismo” fácil; de alabanzas, de apapacho, de servilismo y cómplice silencio ante los desmanes, corruptelas y abusos de funcionarios y políticos, a cambio de unas tortillas duras y un plato de frijoles.    

Con esto, queda demostrado que no existe conciencia de clase, lo que agrava la situación del periodista y hace más riesgoso su desempeño laboral, al quedar indefenso y desprotegido ante las agresiones, sin apoyo del gremio periodístico, cuyas asociaciones solo sirven para “festejar” el 7 de junio, sin saber de qué se trata; realizar alguna que otra protesta sin mayor relevancia y sin resultado positivo y en la mayoría de los casos, lucrar a nombre de los periodistas en un  amasiato con funcionarios y autoridades en turno.      

NADA QUE FESTEJAR  

En este sentido, este 7 de junio no hay nada que festejar, puesto que este aciago día, fue cuando José García Valseca, entregó al presidente la dignidad y se humilló a nombre de los periodistas con tal de agradar y tener contento al mandatario, en vez de exigir lo que mandata la Carta Magna, que garantiza la libertad de prensa, de expresión y de pensamiento.  

Es lamentable que las nuevas generaciones de comunicadores o comunicólogos como se hacen llamar, que no periodistas, desconozcan este nefasto antecedente promovido por José García Valseca; que ignoren las bases sobre las que está sentado el periodismo moderno, que no les interese saber sobre la historia política del país y su relación con el periodismo, menos de la historia del periodismo en su localidad y se vuelquen en celebraciones que nada tienen que ver con la Libertad de Expresión.  El 7 de junio, no es para festejar; es para conmemorar la ignominia de José García Valseca.  

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